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Fernando Varela, Philosophical Plastic Arts

Un emigrante croata abre un libro de filosofía de Haberma en Huesca, una pequeña ciudad del norte de España. Sin viento se escapan las letras de las páginas. Como bandas de mariposas peregrinas viajan por el mar, la lluvia y la sal borran su color y significado pero no su esencia.

Tras un largo trayecto de miles de kilómetros se posan exhaustas en un blanco lienzo, como mortaja, del artista uruguayo residente desde hace muchos años en República Dominicana, Fernando Varela, para hacerse eternas conservadas en barniz.

Fernando Varela, en el caluroso atardecer caribeño de su terraza-estudio de Santo Domingo, lee con un ligero gesto de desdén, el antiguo texto La comedia del arte, de Baudrillard, más preocupado por las formas que dibujan las nubes en los charcos originados por la última tormenta que por las letras del artículo.

Fernando Varela esta en contra la simulación estética y contra un arte que sólo consumimos visualmente, parece con su pintura intenta anular las tesis de Baudrillard en su famoso texto ya señalado y considera que el arte tiene todavia una función vitual, que se puede recuperar el deseo de la ilusión. Frente al filosofo francés, que incitado por mucha de la banalidad generada por la postmodernidad, considera que la duplicidad del arte contemporáneo radica en «reivindicarla nulidad, la ausencia de significado, el no sentido, buscar la nulidad cuando ya se es nulo», Varela, no solo es ajeno, sino que es contra armada a ese pensamiento. Varela reivindica el arte como un todo existencial, que marca su vida, que es en vez de ausencia de significado, esencia de significado, que tiene un sentido, u qie este es vital, y busca el pensamiento cuando ya es pensamiento. No hay incertidumbre en su discurso, no se da importancia a lo que no la tiene, no engaña y desde luego no es un producto para cualquier consumidor.

Por qué empiezo con estas negaciones basadas en un texto antiguo de 1966?, porque parece mentira que, aún transcurridos los años todavía tiene vigencia a la hora de ser contestatario de un arte que con disfraces sigue los mismos planteamientos que Braudillard denunciaba. Que hace inmerso el Varela purista todavia en este mundo consumista y corrompido por la moda? Pues simplemente constituirse en una isla como la que vivefisicamente ajeno a todo, construyéndose una isla dentro de otra.

Varela parece estar inmerso en una pintura del límite, y ese límite es un terreno fronterizo, que cuestiona los lenguajes y borra categorias. Varela aborda pintura con el sentido conceptual de una instalación, incluso la parte teórica es tan densa o más en lo bidimencional que en lo tridimencional. Y por otro lado la instalación le exige el mismo rigor estético y el orden que la pintura.

En estos parámetros fronterizos la relación con Eugenio Trias es obligada, ellos se conocen y se reconocen, el filósofo ha escrito sobre el pintor y el pintor ha leído con dedicación al filósofo, ambos son partidarios de que el artie tiene que tener una reflexión crítica de naturaleza moral y que tiene que haber una vinculación entre ética y estética. La dimensión espiritual de la condición humana también forma parte de sus premisas y su reflejo en sus obras es visual y conceptualmente perceptible. Esta,os hablando de religiosidad y trascendencia, sea cual sea, dentro o fuera del dogma. Varela incurre incluso en lo que Trías llama: «la radicalización de la dimensión espiritual del arte» y acompaña en este camino a otros grandes artistas como son, según los ejemplos del filósofo que comparto: Stockhausen, Masiaen, le Corbusier, Anthony Caro o José Ángel Valente.

sobre la materialización de los sentimientos yy sus consecuencias resbaladizas surge la pasión como asentamiento de un sentimiento que se aparta de la frialdad tecnologica que impera y reconstruye un paisaje desafecto en el que el arte se movió en el postmodernismo y sus postrimerias. El punto de inflexión en el orden de valores que supuso el II-S ya estaba predetermiando en la obra de Varela, que ya poseia un punto de iluminación pre-catastrofista que como ejemplo se hizo presente en la instalación que realizó en el Centro Cultural de España de Santo Domingo en 1999, y que se llamó La magia del miedo. Y en cuyo texto de presentación yo escribía: «El miedo es fértil; el miedo está en la frontera entre la memoria y la invención».

Para los dos la importancia del simbolo es fundamental, así como la necesidad de integrar ese simbolo, radicalmente reconstruido en «la reflexión estética». Hay en obras concretas de algunos artistas, y en Varela en muchas, algo que Trías llama «suplemento simbólico» que es capaz de exponer aspectos especificos de nuestra común condición (humana o inhumana). Varela ha realizado cuadros en forma de cruz, que es el logotipo del símbolo, pero por encima de las evidencias hay una carga simbólica, mas o menos oculta en toda su obra, que le confiere propeidades emblemáticas.

En ese mar de letras compuesto por los elementos visibles o reconocibles de las pinturas de Varela, navegan lieratura, filosofía, música, religión, poesía… es una pintura sin géneros, no vemos ningún atisbo, ni desde proa ni desde popa, ni subiendonos al palo mayot, de los géneros reivindicativos al uso en el arte contemporáneo de hoy, ya que Varela no es mujer, por lo que el feminismo politico no existe en su obra, ni tampoco gay, por lo que carece también de presentida transgresión sexual, ni tampoco negro,por lo que el antirracismo artistico está ausente de su obra, ni étnico de pais en desarrollo con una propuesta de materiales pobres y locales… Qué hay en el arte de Varela, que como concepto lo haga actual sin formar parte de los géneros teóricos y reivindicativos del arte actual, creo que principalmente hay una distancia de filósofo en la concepción practica de la pintura. Y esto nos lleva a considerar otros ejemplos y relaciones que veremos luego y que lo situán perfectamente en un espacio fronterizo de cambio de siglo muy bien siruado en cuantro a lo conceptual y a lo visual de su trabajo. Su obra no me sitúa en el Caribe, ni en su Uruguay natal, aunque en cierto orden constructivo en ese aparente cosmos infinito que es su abecedario y el uso de grises, tonos hueso y beige nos evoquen de una manera muy tangencial el universo de Torres García. Pero esto es una minima referencial, que en términos policiales seria un indicio sin fundamento y sin peso en el juicio. Los antecedentes del caso hay que buscarlos en otras geografias fuera de donde se produce el hecho de pintar.

Cuando me introduzco en el mundo Varela, veo claramente una mirada serena en las confusiones y reiteraciones del arte en este cambio de siglo, escribiendo este artículo, con la imagen fija en sus obras, me ha atraido releer el interesantisimo ensayo de Joseph Casall: «Afinidades vienesas, sujero, lenguaje y arte», en el que el autor empareja artistas y escritores que fueron los protagonistas del renacimiento vienes de fines del s.XIX y comienzos del s.XX. Es curioso como en nuestro cambio de siglo reciente se pantean situaciones muy parecidas y se solicitan otras. Podemos ver autores reactivos al fin de siglo, pero empapados de su atmósfera como Weininger y Kraus. Mauther y Hofmannschal representan la crisis como limite del silencio, y en el caso de este último la perdida de inocencia. Wittgenstein y Musil se cuestionan certezas incólumes en el siglo anterior… Resulta paradójico que la obra de un pintor uruguayo-dominicano en pleno XXI, me lleve a releer un ensayo sobre el cambio de siglo en el grupo de Viena y que incluso coincida con el autor emparejando, como estoy haciendo en este texto un artista con un filosofo. Pero no es tan extraño, Fernando Varela es un artista culto y reflexivo, sus referencias se alimentan más de otros campos intelectuales que de la propia historia del arte, por eso la combinación de filosofía con pintura, con religión, con música, es inherente a su obra, y el carácter finisecular que hay en su pintura es también una propiedad de su trabajo.

Entonces que tiene de caribeño y sudamericano Fernando Varela? En principio ningún tópico, no vemos estridencia en el color ni fuertes contrastes, ni la presencia de luz cegadora, ni símbolos procedentes de culturas prehispánicas, ni personajes tipicos, ni denuncia a una sociedad desigual e injusta, ni expresionismo, ni surrealismo, ni magicismo… Si, hay magia, pero en el sentido en el que Trías escribe sobre Varela: «La magia es el arte de adquirir dominio sobre lo macro. Magia significa poder…La magia es la evidencia misma del poder que la inteligencia confiere al ser humano. Y éste se constituye en lo que es, un objeto en el que se hay cifrado el máximo de poder: aquel que al hombre mismo le es inaccesible». No es un artista, como hemos dicho, que se nutra del exterior inmediato, sino de un interior compuesto por sus propias referencias que se transforman en influencias.

Las obras de Varela son bellas por si, cuando esta,os en la duda de si la belleza se puede mantener en el siglo XXi en términos clásicos como producto de la armonía, en un ámbito en el que el concepto del mundo era totalitario y no fragmentario, como ha hecho evidente la globalización en aparente contradicción, ahora el concepto de belleza seria la consecuencia de las tensiones entre ese mundo fragmentario. Varela no opone en su obra lo bello y lo siniestro, como en la que se perturba esa sutil e innegociable ambigüedad en la cual, y sólo en la cual, puede asentarse la belleza». La belleza en las obras de Varela se sitúa en otro tipo de ambigüedad, por un lado estética, qu se establece entre la imagen y su disolución, entre la existencia y la desaparición, entre lo concreto y lo indefinido; y por otro lado de significado en el que la comprensión hay que buscarla en el límite de la incomprensión. No hay nada siniestro en lo opuesto, si se puede haber misterio, pero es el mismo tanto en la parte clara como en la oscura de su pensamiento y de su obra.

Si el arte minimal de los sesenta puso al espectador a pensar al enfrentarlo a objetos que no le daban la narración completa, objetos que provocaban una confrontación consigo mismo dándole inseguridad, incomprensión y en último caso soledad; pasados lso años y convertidos en espectadores adultos por la experiencia acumulada, Varela da otra vuelta de tuerca al minimalismo, introduciendo partes de la narración en su obra que hacen que ese enfrentamiento con uno mismo, ya superado, se convierta en un desafio entre el espectador y su parte mas trascendental, que tiene que ver con la superioridad o como dice Trías: «ese máximo Señor (de la vida, de la existencia) es la Muerte. La muerte es la presencia que despierta la inteligencia. Y ese despertar se halla adelantado y anticipado por el miedo. Somos inteligentes en virtud de ese oscuro sentimiento que nos acompaña en toda nuestra aventura de vida». Y yo añadiría somos religiosos gracias o por consecuencia de la existencia de la muerte.

Los cuadros de Varela son cementerios de letras, aquellas que formaron parde de grandes epopeyas, de poetmas amorosos, de locas biografías, de relatos de viajes, de enjundiosos ensayos que pretendían dar respuesta a tdoso, yacen para siempre en los lienzos del artista. Pero esos lienzos esperan una resurrección, son magmas de letras, son grandes amebas que presagian un futuro. En otros cuadros anteriores de Varela las letras estaban dentro d euan forma oval, origen de la vida. Hay pues esperanza, hay posibilidades de renovación.

Las letras forman parte del arte desde su origen, ya el arte egipcio va acompañado de sus signos, híbridos entre imagen y letra llamados jeroglíficos, los mosaicos de romanos y paleocristianos tienen sus letras que identifican a los personales o advierten Cave Canem, a comienzos del siglo XX cubistas y futuristas incluyen la letra como parte de la composición aparentemente sin significación alguna, como objetos pero a finales del siglo pasado, la letra se apodera de la luz con Francés Torres o se plasma en chiste como con Richard Prince, o invaden muros caligráfricos como en los artistas conceptuales… En Varela hay un concepto claro de la inescritura como origen de un lenguaje, que marca las diferencias, una conciencia de nuestra ignoracia , que nos ha dado la globalización en la que vemos gente que ocupa nuestros territorios y no entendemos su lenguaje, por lo que su proximidad física nos aleja de la comprensión de su pensamiento. Hemos perdido la seguridad que nos da la capacidad de entender, nuestros abuelos no necesitaban saber idiomas, no se movian de su circulo perfectamente reconocible, ahora esos circulos han sido invadidos por la incomprensión…

Si como dice Pierre Bourdeau: «el ideal de la percepción «pura» de la obra de arte como obra de arte es producto de un largo proceso de «depuración» que se inicia a partir del momento en que la obra de arte se despoja de sus funciones mágicas o religiosas…» las obras de Varela no serian arte puro. Afortunadamente este concepto ha perdido vigencia, ya que, como hemos dicho, ese despojo que se produjo al máximo con el minimalismo, se ha visto enriquecido pro un procedimiento contrario al despojo que consiste en añadir a un concepto estético limpio unos añadidos de contenido, en este caso filosóficos y musicales, que no solo enriquecen, sino que forman parte de la propia imagen plástica. Contrario a ese despojo Varela construye en un desorden necesario estas delicadas piezas trabajadas con un concepto matérico, relevantes con el que se es muy dificil encontrar tanto el agujero como su origen.

Cosmología letrada la de Varela en la que sino fuera un maestro del color, de la forma, de la materia, si no fuera por la fuerza estética de sus obras diríamos que Varela no pinta, escribe o compone música.

Ricardo Ramón Jarne
Director Cultural Center of Spain
2006

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