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The Perennial Condition of the Human Being

Hace mucho tiempo existe la creencia de que la forma real más pura, más elevada o más universal en la creación del arte se revela mediante la eliminación de lo esencial; así, el “esencialismo” ha reinado como premisa discursiva hacia el empeño de los artistas para capturar la esencia de la vida: la perenne condición del ser humano y razón de la existencia, razón de ser. Inspirados por numerosos términos filosóficos, incluyendo la idea Platónica de que existen entidades fundamentales o universales, artistas de los últimos cien años (o más) se han dedicado a plasmar en el arte una forma abstracta como una posibilidad de penetrar el velo de la existencia material a fin de revelar una realidad espiritual, a menudo inspirada por los patrones y artefactos emergidos de las sociedades más antiguas. Esta realidad también se puede descubrir en el pensamiento filosófico y estético basado sobre antiquísimas doctrinas (escritas) históricas, o sobre teorías contemporáneas que refutan la presuposición de que al artista se le concede una clase de interpretación profética. Los más recientes diálogos del artista/filósofo observan la función que juegan el proceso y los materiales en la creación de una forma nueva y personal de producción que revela lo mismo del presente que del pasado. Es en esta categoría del esencialismo donde se puede colocar el trabajo de Fernando Varela.

Se produce un encuentro con las arrolladores pinceladas de pigmento que interrumpen las superficies ricamente texturizadas en el trabajo de Varela, al penetrar en un portal del mundo espiritual evocativo de las cavernas, o un redescubrimiento del arte en sus primeros orígenes. Su constante compromiso con materiales sensuales y su libertad para manipular las imágenes más esenciales sobre la tela, permiten al espectador visualizar una idea abstracta como ejercicio psicológico asociativo a través de la cruda aplicación de una pintura que es tan primitiva como lo es moderna. Forjada sobre densas y a veces nerviosamente reiterativas pinceladas artísticas interrumpidas por patrones que con frecuencia hacen referencia a textos antiguos, las telas y trabajos de Varela sobre el papel repetidas veces utilizan elementos quasi- geométricos, figuras que se transforman en notaciones orgánicas.

Estas figuras se convierten en figuras heroicas empapadas de leyenda, pero que están íntimamente ligadas a la historia de la humanidad, comenzando con los dibujos de cavernas. Es en las cavernas donde la primera evidencia humana comienza de manera inequívoca con la actividad de hombres y mujeres en el arte (a estos podemos hoy llamarles artistas). Para esta gente antigua, su trabajo, que desciende de la Edad Paleolítica o de Piedra, fue algo necesario que suple el hilo perenne más fuerte para la continuidad de un idioma universal de signos y símbolos. Estas marcas de la antigüedad representan la esencia de imaginarias imágenes, sin la ayuda de palabras escritas solo utilizando un lenguaje formal de línea y de color y no obstante, estos pintores prehistóricos parece que aún se comunican nosotros. Hace mucho que se discute que las pinturas y dibujos en las cavernas de la Europa Prehistórica, Africa y Asia fueron actividades puramente rituales -en un proceso más significativo que los resultados. También se puede traer a colación que comenzando con la Pintura de Acción de los años 1940s, el arte ha regresado a este aspecto del proceso con la inclusión de signos y símbolos abstractos que nuevamente desafían la interpretación. La pintura paleolítica es la misma mezcla curiosa del extremo inmediato y lo ambiguo que aparece en el trabajo de Varela, también difícil de penetrar en su significado debido a su compleja base intelectual enraizada en generaciones de signos. No obstante, el espectador es siempre sabedor de que sus obras representan más que una aplicación decorativa de diseños elementales sobre telas que oscilan desde ricas incrustaciones hasta una suave elegancia. Siempre existe una seriedad de propósito y compromiso con la expresión que informa todo el trabajo, ya sea óleo en tela o medios mezclados en el papel.

El proceso de Varela representa, una adición para el dominio de los símbolos, simplificados como pinceladas caligráficas que flotan sobre texturas complejas trazadas con referencias que obran como palimpsestos, constantemente laminando, borrando, trabajando una y otra vez sobre sus lienzos para revelar algo nuevo emergiendo de las profundidades. Los dibujos como cavernas que transforman el conocimiento innato y las memorias convirtiéndolos en dos imágenes-fijas dimensionales, sin estimar una continua narración o perspectiva, el proceso de Varela depende de múltiples –niveles de marcas intuitivas y lo que se revela finalmente es un lenguaje visual leído debajo del trazado más reciente. Palabras, letras, grabados, trazados en una variedad de recursos incluyendo los más directos, el alfabeto, hasta los más completos, textos sagrados del Libro Sagrado, reaparecen por muchos años y revelan su fascinación desde lo más simple hasta lo más erudito de los sistemas de información.

Siempre tratando de entender como los seres humanos comparten conocimiento y expresan emociones, Valera explora los signos, letras y palabras y todas sus ramificaciones e implicaciones a través del tiempo. Es a través de alguna forma de sistema del lenguaje que las civilizaciones han emergido de la oscuridad del pasado, no solo para conectarse unos con otros sino también para comunicarse con lo desconocido. El artista trabaja como una especie de sacerdote que tiene un poder especial para comunicarse con un mundo de espíritus; para convertirse en un guía del alma asistiendo al espectador a través de las múltiples capas de significado que están presentes en sus obras. También él utiliza imágenes para evidenciar visiones espirituales que tienden a lo abstracto y basadas en combinaciones de formas naturales y geométricas, con referencias orgánicas e inorgánicas.

Es la gran fascinación que posee Varela con sus formas básicas y manera de interactuar en el tiempo y el espacio lo que permanece fundamentalmente en todas sus obras a lo largo de los años. Estas imágenes, a pesar de su simpleza elemental, están siempre llenas de significado desde lo espiritual hasta lo secular –desde el significado universal hasta el formal. Como artista, Varela puede estar inspirado en un gravitar asociado con su interés en la perenne condición del ser humano, pero él también se encuentra interesado en los arreglos estéticos de sus formas dentro de composiciones que deben alcanzar el éxito artístico. El concepto intelectual se asocia con el significado artístico formal. Su lenguaje plástico completo está dirigido por una voluntad ritualista y un conocimiento metafísico que trasciende el tiempo. La perenne condición del ser humano es un drama que lo condujo al análisis a través de esenciales del lenguaje visual. Los óvalos, los círculos, los elípticos, se convierten en formas primarias que evidencian el gran tema de la creación, la esencia de las cosas. Su manejo de la pintura – una combinación de duros bordes y áreas libres, pictóricas –registran dualidad en la inspiración e intelección; en armonioso acuerdo de hombre y mujer; en negro y blanco, bondad y maldad, y lo positivo y negativo. Grandes figuras, o lo abstracto puro evitan la imagen, se convierten en la manera más dramática de efectuar las expresiones simples de conceptos complejos y procesos. Lo simbólico de un huevo, la base de la creación, el óvulo permite que el artista experimente técnicamente, sin nunca perder la visión de su significado. No sería extraño que Varela le llame a estas imágenes “formas primarias.” Durante muchos años, él ha desarrollado un formato de arreglo dominado por figuras grandes repetidas adaptadas a las ideas que él deseaba explorar.

Marcado por el dualismo de formas ovaladas y angulares combinadas en un número de series, el trabajo de Varela en lienzo o en papel de manera continua explora relaciones formales como bases del pensamiento intelectual.

En otras obras, Varela continúa combinando formas simplificadas, o campos de color, con marcas complejas que seducen al espectador para adentrarse en las profundidades de sus planos. La adición de las tendencias ópticas desde colocaciones de lado a lado, de amplias áreas casi de cerca pero con valiosos contrastes de tonos. Las capas de pigmento tienden a producir una extraña complejidad a la planicie de las formas, extendiendo el lenguaje único del artista a través del tiempo. No importa cuán mínimas sean las formas dominantes, la imagen siempre se muestra resonante, simulando la visión de artefactos totémicos elementales, falo, testículos, úteros, megalitos, y otras figuras. Su lenguaje visual es tan básico como los ritmos de las tribus de gente primitiva y tan elegante como el estilo caligráfico que por tanto tiempo ha capturado la imaginación del mundo occidental. Ahora reemplazado por amplios gestos extensos que se deslizan través del lienzo para dejar generosos caminos de brillante tinta o pintura sobre la rica superficie, las marcas caligráficas de Varela agregan resonancia al poético y lírico ánimo de sus obras.

La combinación del trabajo expansivo del pincel, las formas atrevidas y las áreas densas evidencian un sentido de arcaísmo y misterio que es fundamental para la intención del artista que desea revelar un contenido espiritual en cada obra y su búsqueda de un proceso de comunicación de chamanismo mediante la pintura y el dibujo. El agudo sentido que poseen las líneas de Varela, básico para todo su trabajo, prepara la escena para otros vínculos que siempre son los medios que revelan la esencia de sus objetos. El dibujo crea las marcas que se transforman en mensajes. La pintura opera a través de signos que no son tan abstractos como para ser indescifrables. Talvez no sepamos exactamente el significado del ovalo, o la peculiar marca partida que también aparece en su trabajo, pero nosotros sabemos que son símbolos de algo, y no mera decoración. Podemos derivar un significado personal para cada una, de las referencias obvias al origen de la creación en la forma de ovoide/huevo, hasta los conceptos de dualidad, representados por su otro signo que es tan familiar, una notación de forma a be. Los signos creados por Varela permiten que sus pinturas vayan más lejos de lo que meras palabras o textos pueden realizar en el acercamiento de los misterios de la vida, y en la consideración de la perenne condición del ser humano. Sus obras pueden invocar las cosas a través de los signos que se enlazan a todo lo que fue y que todavía es en el presente. La pintura es el método más inmediato y directo de comunicación para expresar sus voces internas, y en búsqueda del significado en la vida, es la razón de ser, raison d’ёtre.

Carol Damian
Chief Curator, The Frost Museum, Florida-International University
2013

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