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La Magia del Miedo

Puede el arte contemporáneo explicar el mundo de la misma manera que la filosofía o la religión? Fernando Varela suma su experiencia como artista a sus conocimientos filosóficos, a sus sentimientos religiosos, a la práctica y disfrute de la literatura y de la música, en su obra plástica, en un posible intento de explicar el mundo con sus cuadros e instalaciones.

En La Magia del Miedo incurre en el terreno de la instalación, pero no como juego fascinador, ni como un encantador de masas de fin de siglo, sino como una extensión más de sus posibilidades plásticas para explicarse y hacerse comprender.

En la relación habitual del artista con su entorno, muy pocas veces el pueblo participa del proceso artístico; aquí Fernando Varela realiza una encuesta sociológica para averiguar cuáles son los 6 ó 7 miedos más comunes de la población, que se plasmarán en los muros de la Sala Prats Ventós. También en estas instalaciones los visitantes pueden escribir sus miedos y reflexiones, donde permanecerán expuestas junto a las reflexiones de pensadores que hayan incursionado sobre el tema. Al fondo de la sala aparece escrito el capítulo La Magia del Miedo del filósofo Scheneidefranken. Este mismo escrito se presentará en forma de rollito con el texto. En esta instalación, la relación público-artística se extiende más allá de la mera contemplación de la obra, la participación es tan importante en esta obra como la imagen plástica de la misma.

Dualidad es una pieza digna de museo, no solamente por su calidad artística y magnífica realización, sino porque es fundamental para entender la obra de Fernando Varela, en su búsqueda del origen, de lo esencial. Varela presenta en esta obra la simetría de lo opuesto.

La conceptualización formal de una experiencia interior originada por un proceso febril en la infancia del autor y repetida en su madurez en estado de oración profunda, da origen a la instalación Estados Alterados, en la que representa la vivencia «simultánea del Todo como lo inconmensurable y lo mínimo como el yo».

Uno de los artistas que más ha influído en la segunda mitad del siglo al arte contemporáneo y mundial es Joseph Beuys. Fernando Varela tiene unas preocupaciones místicas y plásticas paralelas al gran creador centroeuropeo, por lo que ha realizado 5 cajas en Homenaje a Beuys que contienen imágenes, objetos y materiales como la grasa, fieltro, la madera, la cera de abeja, que hacen confluir la estética de Varela con la de Beuys.

Si el manifiesto estético era la obra Dualidad; el manifiesto ético lo representa Unificación, donde las letras son el componente básico del lenguaje y van conformando la palabra amor, clave para llegar al conocimiento o Vivencia Divina.

La cruz que compone Réquiem es el símbolo de esa vivencia Divina; concreta en una religión, en esta pieza los siete movimientos del Réquiem de Faure están escritos en cada uno de los cuadros que forman la cruz. Música, literatura, pintura y religión se unen en una composición en la que Fernando Varela demuestra su dominio de los elementos y la lucidez artística.

En la Galería Larrama se muestra la explosión pictórica Fernando Varela – Obras Recientes. La compartimentación, el orden, la oposición, el contraste, la perfección, el detallismo, dominan en esta colección pictórica; hasta el formato está tan medido que es obviamente el resultado de su geometría inherentemente proporcionada.

A la contención gestual que domina la última etapa de Varela, el cuadro La Formación de la Dualidad sirve de magnífico interludio entre una etapa y otra. La compartimentación que será contundente en los demás cuadros, aquí se ve atenuada por la forma elíptica casi ojival, en el que aparece la charca de letras, todo en los colores terrosos, tan específicos de Varela, y la parte superior a la que vemos de manera explícita y didáctia, la formación del signo dual que será común y que en otra obra como Génesis II aparece en su estado intermedio.

La paleta se enfría cada vez más, dominando los grises y azulados, el blanco fucsia y el negro. Las formas ovales y espirales se oponen a una sopa de letras infinita que ocupa en ocasiones toda la superficie dle cuadro, con una calidad de texturas poco común en el arte contemporáneo, comparable a Tapies.

Como Robert Ryman, Varela es un pintor optimista y sereno que busca deleitar nuestros sentidos. Sus obras deben afectar al espectador de la misma forma que nos afecta el escuchar buena música.

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