Es artista, estudioso y pensador, apasionado de filosofía y de música, cuyos valores se reflejan en su creación plástica -iconografía y expresión trascendente, inspiración sublimada, mítica y mística-. Más allá de la obra y sobre todo cuando él la comenta, sus palabras transmiten un cuestionamiento y una introspección ineludibles.
UN ITINERARIO TOTALIZANTE
Fernando Varela siempre ha interrogado la historia, lo pre-histórico aun, desde los palimpsestos y las santas escrituras hasta los avatares del Caribe, sus islas y sus pueblos. La muerte, la vida, la supervivencia vibran, constantes en su obra: una etapa fundamental “tocó tierra”, utópicamente, por una naturaleza salvaguar- dada y una condición humana más justa, enfatizando a la mujer y el hombre en perfecta igualdad siempre. Así, las investigaciones de Fernando Varela han continuado, abarcando la perennidad: pasado, presente y futuro inducido. Se apasionó hasta por el lenguaje, clamando plásticamente el creciente desconcierto de la humanidad en un letrismo desestructurado o “babeliano”. Carol Damián lo puntualiza: “Siempre tratan- do de entender cómo los seres humanos comparten conocimientos y expresan emociones, Varela explora signos, letras y palabras y todas sus ramificaciones a través del tiempo”. La trayectoria ontológica significa un compromiso inalterable –en su obra, el signo ha sustituido al objeto-, la espiritualidad, cual componen- te prioritario, “construye” un perpetuo movimiento, capaz de reinventar su propio mundo y aun el universo. Sus búsquedas lo llevaron a elaborar “Orígenes y Formas primarias”, una secuencia que Sara Hermann consideraba como “dos series independientes que se relacionan entre sí (ya que) una se puede conside- rar la consecuencia de la otra, la continuidad, pero a la vez puede plantearse su absoluta complementa- riedad y paralelismo”. Descifrando una ignota geognosia, Fernando Varela gestaba entonces fenómenos y yuxtaposiciones celulares, ¡las morfologías retomadas atravesaban una metamorfosis fundamental! El conjunto abstracto, difícil y fascinante, exitosamente presentado en museos del Ecuador, como siempre conjugaba ideología, oficio, impecable factura, y se atrevía simultáneamente a quebrar la estética domi- nante, sustituyéndola con corporeidades, brutales y minimalistas.
Esos mismos orígenes y formas primarias, Fernando Varela los expuso recientemente en el Museo de Arte Moderno, culminando en una instalación espectacular, y parte de la serie que hoy se despliega en los es- pacios de ASR Contemporáneo.
FORMA Y VACÍO
Cuando nos enteramos que Fernando Varela, sumergido en su propio pasado, encontró la solución evo- lutiva de su búsqueda en un recorte y collage que su niña menor, entonces de seis años, le había regala- do -ella misma inspirada por los diseños de su padre-, nos surgió a la mente: “La vérité sort de la bouche des enfants”. En francés este dicho es igual en español: “La verdad sale de la boca de los niños”. Y jamás ha sido más cierto que en el hallazgo gráfico-pictórico, denominado “Forma y Vacío”. Mónica, ni tampoco nosotros, hubiéramos podido pensar que un gesto infantil, sumando manualidad y cariño, culminaría, un lustro después, en una serie imponente. A la vez conceptual, espiritual y tangible… como todo lo que crea Fernando. Metáfora perfecta de que la verdad puede salir de la boca de los niños.
El artista tomó el obsequio, no solamente como un gesto de afecto filial, de sensibilidad hacia su obra, e indiscutiblemente de habilidad precoz, sino que le impactó como una “revelación” que encajaba en su proceso creativo, vale decir la simbiosis de su efervescencia espiritual y una resultante estética en dimen- siones tangibles. Fue algo comparable al fenómeno de la Gracia cuando una manifestación desconocida tiene efectos sobrenaturales y nos lleva al descubrimiento de un nuevo credo y de una fe activa.
Clara Caminero propone una muy buena definición: “Marcado por el dualismo de formas ovaladas y an- gulares combinadas en un número de series, el trabajo de Varela en lienzo o en papel de manera contínua explora relaciones formales como bases del pensamiento intelectual”.