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Historia de una pasión. Hacer Mundos

INTRODUCCIÓN

Al atravesar la sala de exposiciones, los públicos se encuentran con una obra compuesta por 4 fotografías intercaladas con 5 imágenes de ilustraciones anatómicas. Historia de una pasión. Ese título refiere procesos de trauma corporal sufridos por Fernando Varela mientras desarrollaba una serie de obras que implicaban un esfuerzo físico importante. Representarlo, inmortalizarlo, más que un ejercicio de tautología plantea una reafirmación. Merleau-Ponty sostenía que el cuerpo humano pertenece tanto a lo particular como a lo metafísico, y esta forma de preservación de la memoria de este elemento episódico y visceral revela una manera también de ver la producción artística y los procesos vivenciales. Más tarde, Fernando decía yo soy mi obra, mi obra soy yo. Con esa frase contundente anunciaba lo ya evidente, una indisoluble relación de su experiencia vital con su praxis profesional. Para abordar curatorialmente una exposición del artista era necesario escudriñar y revelar en sus aspectos vivenciales.

Fernando Varela es un artista multidisciplinario con más de 40 años de residencia en la República Dominicana. Su obra transita una amplia diversidad de lenguajes en los que prima la pintura, el dibujo, la escultura y la instalación. Su proceso de creación artística está influenciado por su contacto sensible con la filosofía, en específico las teorías que abordan el origen del universo y la relación de la mente con el todo; así como con la música, en especial el género clásico.

En sus inicios, Fernando se ve influenciado por el también artista uruguayo Joaquín Torres García y por grandes maestros de la vanguardia europea. Cuando se traslada a República Dominicana, en la década de 1970, se acerca a algunos de los artistas más importantes de ese momento: Fernando Peña Defilló, Luichy Martínez Richiez, José Rincón Mora, Domingo Liz. En lo adelante, sus procesos artísticos se ven atravesados por referencias teleológicas y por una constante búsqueda de la construcción de un lenguaje abstracto-figurativo que permitiese, desde múltiples manipulaciones materiales, la creación de un código alineado con su también insistente rastreo de una verdad universal, que fuese a la vez la suya.

La mirada en conjunto de la obra de Fernando Varela, los numerosos diálogos sostenidos con él y el consciente establecimiento de conexiones con la literatura, la filosofía y la música posibilitaron el trabajo curatorial del proyecto expositivo en torno a la obra de Fernando Varela.

Para establecer una continuidad con el programa Grandes Maestros del Arte Dominicano, el Centro León presenta la exposición Mundos: los tránsitos de Fernando Varela. Esta exposición ofrece la posibilidad de conocer e interpretar un cuerpo de trabajo diverso, coherente y de una profunda dimensión introspectiva. Concebida con un cierto carácter cronológico, la exposición propuso la evaluación de cuarenta años de producción intelectual y, privilegió los núcleos conceptuales que se visualizaron desde esta curaduría. Cuando se refiere el “cierto carácter cronológico”, apunta a que las obras se agrupan bajo ejes que atienden lo temporal, pero que se flexibiliza en su disposición espacial. De esta manera, el recorrido permitiría ver un desarrollo en el tiempo, que hiciera énfasis en los elementos conceptuales y nodos categoriales que trabaja Fernando, y a la vez permitiera sorpresas; como la de Lúdicos-Relaciones espaciales, el móvil que se ubicó en la entrada, y reencuentros como el nuevo fondo para América, que hace más de 18 años engalana el Patio Caribeño de esta institución cultural.

La exposición se articuló conceptual, formal y espacialmente a partir deepisodios, detonantes e intersecciones que hicieran visibles el transitar por la conformación de sus particulares y reflexivos mundos. En estos acercamientos se tuvo, como uno de los ejes, la experiencia de los públicos como elemento de vital importancia para el acercamiento, la comprensión y el disfrute de la obra de Fernando Varela.

En relación con lo que se entiende como narración episódica en la obra de Fernando Varela, se propone nombrar episodios a los nodos temáticos de la exposición. Estos consolidarían los episodios que integran la narrativa total de la exposición y que comprendiera en sus ejes, elementos que se vinculan a momentos puntuales dentro de la trayectoria del artista. A su vez, los episodios plantean estrategias para la interpretación de la obra de Fernando por medio de nociones categóricas que sirven de contenedores para una narrativa espacio-conceptual integral (es decir con principio y fin). Estos son materia, cuerpo y espíritu.

El episodio denominado Materia permite acceder a la obra de Fernando a partir de la dimensión física y orgánica de la obra. La materialidad observada en su obra proporciona un enfoque que se basa en el tiempo y el contexto, e involucra los sentidos de los espectadores. La experiencia de interacción con su obra transita primero por componentes materiales y de lenguaje, y después, por el espacio reflexivo que estos proporcionan, proponiendo una relación con la materialidad sensible, pero también con lo conceptual. En este episodio de la exposición se incluyen obras de las series: Construcciones (1983), Sacros (1984), Lecturas (1987) y La magia del miedo (1999).

En Materia se da cuenta de la relación entre los procesos de producción visual de Fernando y su lugar como sujeto creador en reciente estado migrante. Las inquietudes por generar una serie de articulaciones gráficas, con la posibilidad de transitar simbologías de carácter colectivo, pero con marcada resonancia íntima para el artista, presentan la entrada de una etapa en que el discurso del artista se muestra influenciado por el universo visual y cultural de su país de origen, Uruguay. En consecuencia, figuras como el corazón y la cruz son reposicionadas en una escala imaginaria, como si de un pentagrama se tratara, para producir un acercamiento a una nueva lectura de la realidad concebida desde la subjetividad de su creador.

El universalismo constructivo que se origina en los planteamientos de Joaquín Torres García influencia toda una generación de artistas, entre estos Fernando, para realizar ensamblajes estructurales a partir del trabajo con materiales diversos. Con esto, se pretendía que el signo se filtrara como una forma de traducción más fidedigna del presente que el propio lenguaje.

El episodio Cuerpo aborda el uso de este como depósito de significaciones en la obra de Fernando. La noción de cuerpo se emplea para definir entidades independientes que existen, en su producción, en relación con otras formas. Lo corpóreo se identifica por su relación con la materialidad de las cosas, pero también por su capacidad de generar dinámicas de coexistencia/lenguaje/código. El cuerpo es lo singular como articulador de pluralidades. A partir de la apropiación simbólica del cuerpo como metáfora de territorio, espacio y universo individual, Fernando Varela construye redes de relaciones con lo insular, la habitabilidad efímera y la pertenencia. Este episodio se articula con obras de: Curador curado (2001); La palabra callada (2005); Sueños frágiles (2006); Espacios Alternos (2007); Caribes (2008); Orígenes (2009) y La travesía (2010).

En la serie perteneciente a Curador Curado, el artista asume su condición como productor de sentido dentro de los circuitos de creación local, para generar un proyecto de provocaciones y cuestionamientos junto a los artistas Jorge Pineda y Quisqueya Henríquez. Es así como exploraciones que parten desde la simbología del cuerpo y la apropiación del espacio expositivo visto como lugar de instalación, producen un relato sobre la fisicalidad humana en la obra y el artista, en lo terrenal y espiritual.

El lugar de enunciación, concepto acuñado por el teórico Walter Mignolo para situar los procesos de producción dentro de territorios en donde el colonialismo produjo en los sujetos dinámicas materiales y subjetivas de opresión-oprimido, sirve para revisitar las obras en que Fernando reflexiona sobre el lugar desde donde crea: la isla. El sentido de lo archipiélago como una metáfora del cuerpo que busca la trascendencia de lo físico en su relación con el entorno ecológico evidencia la marca de una historia que degenera en la agresión hacia otros cuerpos no-humanos: la flora y la fauna. Además, las migraciones que han entramado las narraciones de dichos territorios, son también revisadas por el artista desde la búsqueda de un patrón visual que le permitiese construir una verdad en torno a lo humano.

Lo espiritual, en tanto búsqueda, representa para Fernando el hilo sobre el que se tejen reflexiones visuales de carácter estructural y orgánico. Es por esto que, el episodio Espíritu aborda la espiritualidad en la producción artística de Fernando Varela, como instrumento, como herramienta de “anclaje” hacia la comprensión, o al menos atisbo, de la realidad contemporánea. Para el reconocimiento de este nodo en la producción de Fernando se partió de la identificación de lo espiritual a partir de la experiencia sensible. Estos filtros o tecnologías perceptivas permiten a la vez la intuición de la presencia de la mente, como percepción, pensamiento, conciencia y memoria, en el sustrato conceptual y formal de su obra. Se agrupan en este episodio, piezas de las series: Formas primarias (2011); Forma y vacío (2013); Fragmentaciones (2018); Close-ups (2020); Mundos (2020).

La posibilidad de intuir realidades que trascienden los sentidos pero que, paradójicamente, dependen de estos para su percepción, adquiere en las búsquedas de Fernando un carácter protagónico. El interés del artista por encontrar una metáfora de algo que contenga todas las formas de vida, al tiempo que el propio medio se vuelve un alfabeto sobre el cual dar indicio de verdades translingüísticas, hacen de la obra de Fernando un espacio de vinculación con aquello que no existe.La repetición de la imagen y su entrelazado con una ritualidad que persigue en la pausa y el sonido; en la forma y el vacío, el trayecto hacia una esfera de experiencias multisensoriales y, a veces, extrasensorial, constituyen su trabajo en un espacio de reflexión sobre los mundos que habita, habitó y que imagina habitar.

INTERMEDIO

En la estructura expositiva se incorporaron piezas que provocan o desencadenan procesos reflexivos en relación con el episodio que las contiene. Son momentos de pausa, pero también puntos de partida o inflexión.

Obras como Healing room (2001) se establecen como lugares nodales que permiten la articulación de ideas, formas y de alguna manera guían la mirada. En esta obra en particular, el artista contrarrestó la estructura usual de lo anatómico con su propia fragmentación. Cada mosaico que se generó de esta segmentación funcionó como una especie de tamiz luminoso que acogía un espacio pulcro de sanación. Aisló cada músculo y tendón y lo enmarcó en los “ladrillos” que construyeron ese iglú profiláctico. Esta pieza de carácter conceptual, y en la que entran a jugar un papel esencial otros sentidos, como el olfato, reafirma el hecho de que, desde las variadas estrategias simbólicas, en la producción de Fernando existe un constante encuentro/búsqueda de verdades trascendentales y transcorporales. Como artista que concibe la vida desde una verdad multifacética, a la que asigna carácter visual por medio de codificaciones, traduce lo anatómico en Healing room al tiempo que concibe la obra en un instrumento para la provocación de calma y reflexión.

Por otra parte, América (2001), una obra que, como ya expusimos, se encuentra emplazada en el patio caribeño del Centro León desde su inauguración, se planteó como hito en el tránsito por la exposición. Jorge Pineda, en 2001, dijo de ella que “Fernando le quitó su función primaria al objeto, convirtiéndolo en un monstruo inútil”. América es un símbolo que trasciende lo territorial, social, político, económico. La introducción de visualidades simbólicas por el artista parte de procesos de significación que se relacionan con su necesidad imperativa de formular códigos que encierren los enigmas de lo real.

El cuerpo de trabajo de Fernando Varela propone procesos abiertos de reflexión donde coinciden sus enunciaciones visuales y críticas, ejerciendo una influencia determinante lo ritual. Lo ritual en su obra permite comprender la sucesión de acciones intencionadas desde la práctica artística, para generar una reacción en el campo de lo sensorial, psicológico e intelectual del entorno. Lúdicos-Relaciones espaciales (2022) en su invasión cromática y formal del espacio hace exactamente eso. Generar reacción y reflexión. Esta experiencia que proporciona el arte repercute en los procesos de pensamiento no se agota en el concepto, sino que conjuga teoría y praxis.

CIERRE

Una joven sale de la sala y se instala a leer la línea de tiempo. Se da cuenta que las fechas no siguen el orden que ella cree deben tener y lee a la izquierda tres enunciados: De lo local a lo global, el artista y el circuito internacional; Del afecto a la materia, arte de lo trascendente y Ecosistema cultural. Parece que, al final, tiene sentido ese cúmulo de fechas y eventos.

Toda exposición es un ejercicio de investigación y un planteamiento ideológico. Con Mundos: los tránsitos de Fernando Varela se intenta un manejo flexible de contenidos que pudieran oscilar entre lo cronológico y lo temático y que indujeran siempre a la reflexión. Fernando dijo una vez que con su trabajo buscaba “inducir al espectador a una actitud de contemplación intuitiva que, a la vez, requiera de su participación para comunicarse con el contenido espiritual y sensible de la obra”.

Víctor Martínez, Sara Hermann, Laura Bisonó
Curadores
2022

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